Equilibrio entre agonistas y
antagonistas. (5ª ley del Movimiento Orgánico)
En todo movimiento encontraremos actuando dos
grupos musculares, unos estirándose y otros flexionándose. El haz muscular
directamente implicado en la realización del movimiento, el que realiza la
contracción, se llama agonista. A la
vez hay otro grupo de músculos realizando la acción contraria: estirándose.
Este haz muscular es el antagonista,
actúa contrarrestando la acción del primero. Sin la resistencia del antagonista, el agonista no tiene razón
de ser. Entre ambos ha de existir un equilibrio. Esto significa
complementación. La interacción de los complementarios, la unidad de los
contrarios. Se encuentran en todos los órdenes de la naturaleza. El movimiento
equilibrado supone un equilibrio de fuerzas. A la fuerza de un músculo se opone
otro realizando una contrafuerza del mismo grado. La resistencia y el
alargamiento del antagonista ha de ser inversamente proporcional a la flexión y
al acortamiento agonista. El antagonista ha de tener la capacidad de alargarse
en el grado que necesita el agonista para acortarse y la resistencia adecuada
para que no se acorte más de lo conveniente. El desequilibrio entre agonistas y antagonistas se produce
cuando los agonistas quedan demasiado acortados y con poca capacidad de
estirarse y los antagonistas demasiado alargados, sin la capacidad de
contraerse. Con ello se produce también un desequilibrio tónico. Unos músculos
quedan demasiado tensos, y otros por el contrario, demasiado flojos. Otro
desequilibrio más se produce en la estructura desalineando los huesos.
Ello viene producido por una
práctica inadecuada donde se infravalora el papel de los antagonistas y se
concede una excesiva importancia a los agonistas. La optimización de las
funciones ha de proporcionarse por el
equilibrio, consistente en considerar a ambos aspectos las dos caras de una
misma moneda sin menospreciar a uno de ellos. Para ello, agonistas y
antagonistas deben intercambiar su papel alternativamente, donde los flexores
se alargan y los extensores se acortan. En ese intercambio permanente de papel,
ambos grupos musculares serán siempre fuertes y flexibles a la vez.
Pongamos un ejemplo con los músculos
pectorales y dorsales. Si están equilibrados se mantiene bien emplazada la caja
torácica. Cuando los dorsales pierden su fuerza y se estiran demasiado, los
pectorales quedan contraídos y sin flexibilidad. También puede ser explicado a
la inversa. El desequilibrio crónico dará como resultado una cifosis dorsal y
un estrechamiento de la caja torácica que impide el buen funcionamiento de los
órganos internos: corazón y pulmones con sus respectivas funciones: circulación
y respiración.
La caída de la pelvis adelante es otro
ejemplo de desequilibrio entre agonistas y antagonistas en donde los músculos
abdominales se han quedado flojos y los lumbares contraídos.
Para
favorecer el equilibrio entre agonistas y antagonistas hemos de
trabajarlos -contraerlos y
estirarlos-alternativamente. En el caso en que un haz de esos músculos tenga
una deficiencia, hemos de posibilitar su recuperación. Si unos músculos están
acortados, hay que favorecer su estiramiento. Si por el contrario están
alargados hemos de facilitar su
acortamiento.