Equilibrio global del cuerpo y del movimiento.
Joaquín Benito Vallejo -
"Cuerpo en armonía - Leyes naturales del movimiento" INDE ediciones. Barcelona 2000.
En
un cuerpo equilibrado o armónico, sus diferentes partes guardan una relación
acorde y las diferentes funciones se desarrollan de forma óptima. Cada parte
está capacitada para realizar su cometido, complementando la acción de las
demás. Lo mismo ocurre con las diferentes funciones orgánicas, unas
complementan a las otras en beneficio de la unidad global.
Cuando
hablamos de reequilibrar el tono, por ejemplo, no estamos hablando de
posibilitar que el tono corporal sea igual en todo el cuerpo, sino de que cada
parte tenga el tono adecuado que cada momento requiere según su localización,
su función y su acción. Y como las funciones de sus distintas zonas son también
distintas, cualitativa y cuantitativamente según la acción, su tono debe ser
también distinto.
La
simetría corporal es una referencia que hemos de tener presente de cara al
equilibrio global. Una asimetría crónica nos está manifestando un
desequilibrio. Las diferentes especializaciones del lado derecho e izquierdo
del cuerpo que corresponden a su vez con
las distintas especializaciones de los hemisferios cerebrales pero de manera
cruzada, pueden potenciar y lo hacen, cierta asimetría entre los dos lados.
Pero no es grave mientras uno no realice demasiados movimientos asimétricos en
la actividad laboral o en la práctica de algún deporte, produciendo una
disfunción corporal y por lo tanto un desequilibrio. Incluso la lateralizacion,
podemos contemplarla como un signo de equilibrio, al realizar un brazo la
función contraria y complementaria del otro. Para que una mano pueda golpear, o
realizar otra acción más precisa y ajustada, la otra tiene que sujetar.
En
la simetría y el equilibrio corporal un lado es el inverso y hace lo contrario
del otro. La parte anterior se equilibra con la posterior, la superior con la
inferior y viceversa, el lado izquierdo con el derecho. Equilibrar significa
también, trabajar el conjunto del cuerpo, no una zona aislada, aunque exista un
problema localizado. Esta zona aislada ha de ser complementada con su zona
simétrica correspondiente, primero, y después con el conjunto corporal. En
ellas hay que equilibrar el conjunto de sus factores, porque con toda
probabilidad, la zona considera perturbada, habrá desequilibrado el conjunto si
su mal es crónico, o también, su mal puede provenir de otra zona distinta.
Una
zona desequilibrada está, o muy tensionada, -con lo que rigidiza e inmoviliza-,
o no tiene la fuerza suficiente para servir de soporte, o para realizar el
movimiento, -con lo que obliga a otras zonas a suplir su papel-. Tanto en un
caso como en otro, impide la fluidez del movimiento, modifica la estructura
general y el desarrollo natural de sus funciones.
El
equilibrio global se mantiene por el equilibrio particular de cada uno de los
factores que hemos expuesto anteriormente, en cada zona aislada y en
interrelación con la globalidad: el tono justo, el juego de tensión y
distensión, la independización segmentaria y articular, el juego complementario
entre agonistas y antagonistas, la relación entre la musculatura profunda y
periférica, entre los centros de energía y los extremos.
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