SABOREAR EL MOVIMIENTO
-Hay que
iniciar, amable y pedagógicamente al aprendizaje del movimiento-.
Queremos
ofrecer un conocimiento profundo del cuerpo en movimiento mediante la vivencia
y la experimentación personal.
Un conocimiento que parte de la sensación y de la
percepción de todo cuando acontece en el cuerpo en su relación con el
movimiento.
Primeramente
el objetivo general y principal es:
- Conocer el cuerpo de un modo
global, en base a las leyes orgánicas del movimiento, pero sin profundizar demasiado
en ellas, cosa que se irá haciendo paulatinamente y sin dejar de
profundizar nunca, ya que el movimiento en este sentido no tiene
limitaciones.
El primer objetivo va a ser:
- desarrollar la capacidad de
sentir y percibir el cuerpo y el
movimiento en todas sus múltiples posibilidades, e ir generando una
conciencia y una actitud de escucha y de atención respecto a todo ello;
- Sentir
los apoyos del cuerpo en las
diversas posturas que pueda ir adoptando: erguidos, echados, sentados…
Sentir cómo y dónde recae el peso
del cuerpo.
- Cómo se distribuye o modifica
con el movimiento.
- Visualizar
la posición de las distintas
partes del cuerpo.
- Captar
y distinguir la tensión que hay en cada una de ellas.
- Sentir
la respiración.
- Sentir
el volumen corporal.
- Distinguir el cuerpo del espacio exterior.
- Percibir el espacio donde se
desenvuelve el movimiento y el espacio más allá del movimiento, donde puede
proyectarse o donde se dibuja el movimiento de los otros.
- Una
vez que se ha abierto la percepción, tratar de colocar al cuerpo correctamente según las leyes físicas, y
- Establecer las acciones que hemos de llevar a cabo para
ello. Qué fuerzas debemos hacer y dónde. Qué estiramientos. Cómo ha de ser
la respiración.
Vivenciar el movimiento significa
sentirlo y experimentarlo en el propio cuerpo.
Es contrario a saber cosas por
haberlas leído u oído sin haberlas experimentado.
Solamente es posible el aprendizaje
auténtico, el que se integra en el cuerpo y en la mente y el que nos lleva a un
cambio y una transformación personal, solamente es posible repito, mediante lo que hemos
vivido.
Nadie cambia mediante la influencia
de consejos o de lecturas. Sólo si estas provocan la vivencia.
Entonces, nadie puede modificar una
postura o un tipo de movimiento si no lo experimenta en él mismo, en sí mismo, si no siente lo que hace
y la necesidad de cambiar.
Por ello, es imprescindible la
vivencia del movimiento a la vez que, poderlo disfrutar.
Requiere darse tiempo para saborear el
movimiento. Abordar su dificultad. Encontrar su
sensualidad…
Cuando
decimos vivenciar el cuerpo y el movimiento, esto significa sentir, percibir y tomar
consciencia del cuerpo en todo lo relacionado con el movimiento.
Entonces,
la vivencia y la consciencia han de estar
siempre enlazadas y presentes.
Es un aprendizaje progresivo, y hay que
empezar por los aspectos más fáciles, más sencillos y también los más
superficiales para ir profundizando poco a poco en cada clase y de variadas
formas.
Exige una cierta disponibilidad y
concentración, pero a la vez se irá desarrollando esa capacidad y creciendo
en este sentido.
Sentir,
percibir, observar y tomar consciencia del movimiento puede ser muy arduo y
difícil. Porque la educación, el trabajo y la vida en general nos han hecho en
cierta medida máquinas. Hemos perdido con ello la capacidad de sentir lo más
básico y preciado que somos: nuestro cuerpo y nuestro movimiento. Por ello es
necesario estimular este camino, ayudar y
guiar estos procesos, conducir la observación y la vivencia.
Al
principio esta vivencia es prácticamente física, relacionada con la labor que
están ejerciendo los músculos, articulaciones, huesos, tensiones, pesos, etc.,
pero la vivencia no solo ha de quedar en esa observación física sino trascender
hacia un plano más profundo donde viven las emociones y los sentimientos.
Es
decir que, el movimiento según lo hagamos nos traslada al mundo de los
sentimientos. Aquí realmente es donde, -para mí-, se halla lo vivencial, lo otro puede ser un
análisis muy profundo pero en cierto modo, mecanicista, o simplemente
fisiológico.
El
movimiento, como el propio nombre indica, es dinamismo puro. Y la actividad
principal del cuerpo es el movimiento, pero eso no implica, que no existan
periodos de inmovilidad manteniendo diversas posiciones. En estos casos la
inmovilidad forma parte del movimiento.
Es la pausa del movimiento, similar a la coma o al punto en un texto escrito o
hablado, o al silencio musical que puede indicar un receso o un cambio. –Pausa
en la que cada uno puede repensar lo que acaba de leer, escribir, escuchar,
hacer, disfrutar de las sensaciones gravadas, de las imágenes…, no es una pausa
para evadirse o despistarse-. En la inmovilidad se da también un trabajo muscular,
menor o mayor si la parada es activa o pasiva, en todo caso, distinto del
realizado en el movimiento, depende dónde y cómo sea realizada esa parada.
En diferentes situaciones posturales vamos a propiciar la percepción activa de esa inmovilidad. En todos
los casos el cuerpo mantiene unos apoyos con el suelo. A través de ellos se
descarga el peso del cuerpo. Y a través de ellos nos impulsamos para movernos y
desplazarnos. Se dan diferentes grados de tensión muscular en sus diferentes
zonas corporales. Los huesos
se alinean de determinadas maneras. Las relaciones entre las distintas partes
del cuerpo son distintas. La respiración puede variar. Etc., etc.
Si
la vivencia y la observación en el transcurso del movimiento entrañan una
cierta dificultad, mayor dificultad puede existir en las fases de inmovilidad,
porque el movimiento nos ofrece más referencias y sensaciones de nuestro
cuerpo, aunque en la inmovilidad pudiera existir mayor comodidad, puede no ser realmente así, ya que la inmovilidad requiere otros esfuerzos diferentes a los que no estamos acostumbrados. También, porque nos asusta y nos
da miedo la inmovilidad. Nuestra sociedad nos incita a estar siempre
moviéndonos, de modo que no aceptamos la inmovilidad y nos resulta muy difícil,
es propio de la inquietud y dispersión, bastante característica de nuestra
sociedad, y de la escasez de conexión con lo corporal –con uno mismo-.
Por
todo ello, combinamos los periodos de inmovilidad con los de movimiento y sus
correspondientes vivencias. Creemos que es mejor iniciar la vivencia en la
inmovilidad después de un periodo de movimiento dedicado a distendernos y
soltar algunas tensiones con diversos estiramientos y movimientos de descarga
más dinámicos.
A
partir de ahí podemos iniciar una fase de inmovilidad realizando la observación y la vivencia de una
manera guiada, no dejando a cada persona que lo haga a su libre albedrío y
espontaneidad porque en general, partimos de que no se tienen las herramientas
adecuadas para ello. De la misma manera que la espontaneidad no existe tampoco. Nuestra sociedad nos la ha
coartado y delimitado. Es necesario aprender recursos y desarrollar
herramientas para llevar a cabo esas labores. La improvisación, la búsqueda, la
libertad, la investigación se estimulan y desarrollan mediante pautas que van
asentando ciertos recursos y habilidades para ello.
Hay que resaltar que la
percepción del movimiento y del cuerpo va más allá del sentir fisiológico, sino
que ha de llegar a un sentir emocional, imaginario, “sentimental”.
Primero puede
estar el sentir meramente físico, pero más adelante proponemos un sentir global
emocional. Es decir que el cuerpo en su movimiento transmita una vivencia
emocional. Esto ha de irse haciendo en cada clase pasando del sentir
fisiológico al sentir emocional.
Realizar movimientos para activar y habitar zonas corporales, tener
presencia, de todas y cada una de las partes del cuerpo en movimiento o en las
diferentes posiciones que adopte.
Encontrar
otro sentido al movimiento, el auténtico
sentido, el sentido de cada uno.
No quedarse
en el mero, superfluo, superficial, sentido físico, de la salud. Si no que más
adentro de esa mera superficie física
aunque importante, está anidado,
escondido, ocultado, reprimido,
castigado..., otro sentido. El sentido personal que además de físico es
psíquico, emocional, sentimental.
Encontrar
ese otro sentido es ampliar el sentir. Es abrirlo, porque el sentir también ha
sido taponado, y ese tapón, impide saborear la esencia embriagadora y
liberadora del movimiento.
Como enuncia
el Tao: ejercicio es ejercitarse para superarse a sí mismo. Con él no se
pretende conseguir una meta lejana o ser mejor que otro. La salud o la meta
están en uno mismo, en su transformación y crecimiento personal. El mismo
ejercicio nunca es el mismo. Porque el ejercicio al ejercitarse, no haciéndolo
mecánicamente, nos transforma a nosotros y sentimos cada vez algo distinto o lo
percibimos de distinta manera. La experiencia nunca es la misma.
Cuando "repetimos" un movimiento no podemos decir: "eso ya me lo sé". No es cierto. siempre es distinto. siempre lo sentiremos de distinta manera si lo saboreamos, si no partimos de que ya lo sabemos.
De modo similar a cuando comemos o bebemos algo que lo hacemos habitualmente, nunca es igual, nunca nos sabe igual.
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