Contacto consigo mismo en la posición
erguida.
El arte de Estar de pie – Verticalidad
- Presencia corporal - Consciencia de sí mismo - presencia en el espacio - arraigo en la tierra - proyección hacia el cielo - Tono justo equilibrado -
En
primer lugar vamos a realizar la visualización del conjunto del cuerpo, sin ánimo
de corregir nada, aunque
probablemente esta visualización ya nos induzca a corregir algún aspecto.
Ahora solo
observar, sentir, percibir. Estar en sí mismo en la posición de pie.
En segundo lugar, o en
otro momento distinto, vamos a corregir además la postura según lo que
entendemos por postura correcta erguida.
1.- Visualización de la postura erguida. (Conexión o contacto corporal consciente consigo mismo.- Sentir
la globalidad del cuerpo y cada parte dentro del conjunto - Verticalidad – arraigo en la
tierra, proyección hacia el cielo – rectitud – equilibrio de fuerzas).
Observaremos con detalle
la posición erguida de nuestro cuerpo (Es necesario hacerlo a menudo sobre todo
al comenzar la clase de movimiento, o en otras situaciones o momentos
cotidianos)
Verticalidad desde los pies a la cabeza – simetría entre
el lado derecho y el izquierdo – Distribución de la tensión - zonas relajadas - apoyos de los pies,
distribución del peso del cuerpo - situación
de cada zona, -
Sentir
el cuerpo en su integridad desde los pies a la cabeza. Sentir su verticalidad. Sentir
la simetría corporal. ¿Sentimos igual un lado que el otro? ¿Sentimos
diferencias? Dónde y cómo.
Se
trata de sentir el conjunto del cuerpo en la posición en que se encuentra.
Este sentir es lo que también llamamos “conexión
consigo mismo” o “Contacto corporal consciente consigo mismo”.
Esto es
necesario hacerlo en diferentes posiciones como introducción a diversos
trabajos con el objetivo de ir profundizando en la percepción corporal y establecer
en todo momento la conexión consigo mismo, fundamental para el trabajo corporal
que proponemos. Los objetivos son múltiples (3) (en otro apartado exponemos
estos objetivos).
·
Vamos a hacer un recorrido del cuerpo por partes.
·
Sentimos los apoyos de los pies en el suelo, la huella que queda
impresa. Sentimos cómo se distribuye el peso del cuerpo a lo largo de los pies.
En qué parte de los pies recae más. Si se distribuye por igual entre los dos pies
o no.
·
Desde los pies, sentimos las piernas hacia las rodillas y las
caderas. ¿Están las rodillas flojas? ¿Estiradas?
Sentimos la pelvis. Articulaciones de las caderas (íngles) –
pubis – tripa – ombligo – ilíacos / isquiones – nalgas – lumbares… ¿Está la pelvis
inclinada hacia adelante? ¿Están las lumbares hundidas? (Podemos tocarnos esas
zonas. El tacto nos ayudará a obtener mayor percepción. En otras ocasiones
utilizaremos el tacto.) (-4-objetivos del tacto)
·
Desde las lumbares, tratamos de sentir la espalda y la columna
hacia la nuca. Ponemos atención especial
en sentir los omóplatos y los hombros.
Desde los hombros vamos por el pecho hacia la tripa y volvemos.
·
Desde los hombros sentimos los brazos, manos y dedos… y volvemos
de nuevo a los hombros. ¿Están sueltos los brazos colgando libremente desde los
hombros?
·
Desde los hombros subimos por el cuello hacia la cabeza. Sentimos
el volumen de ésta.
·
Y la cara: boca – labios
– mejillas – frente – párpados – ojos…
·
Volvemos a hacer un repaso por todo el cuerpo y tratamos de
tener una imagen íntegra de él.
·
Vamos de nuevo a revisar cada parte observando la tensión o la
fuerza que hay en ellas. ¿Estamos relajados o en tensión? ¿En qué zonas
sentimos más tensión y en cuáles menos. ¿Hay algunas zonas completamente relajadas?
·
Sentimos ahora la respiración. Las zonas que se movilizan con
ella. Si es sincopada, o lenta, Si las fases son iguale o distintas. Si hay
pausas entre ellas.
·
Volvemos a una visión global. ¿Qué sensación global tenemos de
nuestro cuerpo?
Esta visualización no ha de hacerse demasiado larga, al menos al
principio. Posteriormente, día a día puede profundizarse en ella. La podemos
abordar de diferentes maneras poniendo más
hincapié en unos aspectos y en otros, en unas partes o en otras.
A veces abordamos esta
visualización ayudados del tacto con cada zona concreta antes de iniciar
un trabajo con ella.
2.- Corrección de la
postura. Revisaremos ahora la postura
global y cada zona en particular estableciendo relaciones entre una y otras.
Posteriormente o en otros momentos distintos, visualizaremos la
imagen del cuerpo con la intención de corregirla según lo que entendemos por
postura correcta aplicando las leyes orgánicas del movimiento. Es conveniente
hacer esto también ante un espejo para tener una mayor percepción a través de
la información visual. La corrección postural implica el trabajo de todas las
zonas corporales, por partes y en su globalidad. La buena postura, tanto a
nivel estático como en desplazamiento, caminando, significa el equilibrio
armónico de todo el cuerpo, sobre todo de los centros energéticos -pélvico y escapular-. Es una imagen ideal a la que hay que aspirar pero
que quizá nunca se consiga del todo realmente. Es el Yo ideal respecto al
cuerpo y al movimiento. Sin embargo, en esa postura ideal física, interviene
también el aspecto emocional y psíquico. En el ser vivo y más aún humano no
existe el aspecto físico independiente del psíquico, ambos están unidos y
condicionados. Nuestro aspecto físico postural refleja nuestro estado de ánimo
y nuestra forma de ser, más aún, es una consecuencia de él. Luego, además de
equilibrar el cuerpo a niveles físicos musculares y tensionales habría que
armonizar a la vez el entramado psíquico. Aunque nuestro trabajo se centre en
el aspecto físico, al menos hay que tener en cuenta el otro aspecto, psíquico,
y ser conscientes de ello.
Yendo
por partes: visualicemos cada zona para después emprender los ejercicios
adecuados para su armonización.
·
Desde la pelvis –el
centro de gravedad del cuerpo, de la postura y del movimiento- las piernas se
prolongan rectas hacia el suelo.
·
Las rodillas han de esta ligeramente flojas como muelles vivos. El peso del cuerpo se reparte
equitativamente entre ambos pies y
desde talones a dedos. Los pies paralelos dirigidos hacia el frente separados a
la misma distancia que las ingles (articulaciones de las caderas).
·
Desde la pelvis, la columna se prolonga hacia la cabeza
con unas suaves curvaturas.
·
Los omóplatos deben
estar paralelos a unos 7 centímetros de la columna. Empujemos con ellos hacia
abajo y atrás. Los hombros bajos y
hacia atrás también.
·
Los brazos colgando
sueltos como cordones de algodón.
·
El pecho
expandido.
·
Las clavículas, horizontales y simétricas lo más posible desde el esternón hasta los
hombros en su unión –acromión- con los omóplatos.
·
El cuello largo
con la barbilla baja, a cuatro dedos del pecho.
·
Las zonas frágiles más comunes son las lumbares y las
cervicales.
Empecemos de nuevo.
. Para el cuello y zona dorsal: estiremos
desde la nuca hacia el cielo, y desde los hombros empujar hacia atrás y abajo
hacia los pies. Pongamos intención en alargar y ensanchar la zona de la nuca de
oreja a oreja, los hombros tirando hacia abajo. Los pies presionan el suelo
marcando bien su huella.
·
Tripa y nalgas apretadas. Omóplatos bajos y cerca de la
columna. Hombros y brazos empujando hacia el suelo. Nunca tirando hacia el
cielo.
·
Sintamos las fuerzas opuestas actuando: pies hacia abajo –
nuca hacia arriba. Nalgas hacia adelante – tripa hacia atrás. Dorsales hacia
adentro hundidas – pecho hacia afuera
abierto amplio. Hombros abajo – nuca hacia arriba. Es la acción de fuerzas
antagonistas, de fuerzas que se equilibran. El equilibrio es el resultado de
fuerzas contrarias actuando a la vez y con la misma intensidad. El equilibrio
de la musculatura agonista y antagonista. Entre pecho y espalda. Entre tripa y
lumbares. Entre el arriba y el abajo. Entre el adelante y atrás. Entre la zona
inferior y la superior. Entre los pies y la cabeza. Entre el coxis y la nuca.
·
En la simetría observemos si ambos pies miran igual hacia adelante.
Si las rodillas están rectas en relación con los pies y las articulaciones de
las caderas –ingles-. Si el lado izquierdo está a la misma altura que el
derecho. La misma percepción en los ilíacos, y en los hombros. ¿Tiene alguna
parte del cuerpo o en su conjunto alguna inclinación hacia uno u otro lado
·
En la verticalidad, con
el objetivo de que el conjunto del cuerpo se halle dentro de esa vertical,
utilizamos la imagen de estirar desde la coronilla hacia el cielo y desde
los pies hacia el centro de la tierra como dos fuerzas que tiran en sentido contrario.
De arriba abajo – de abajo a arriba.
·
A la vez, otro par de fuerzas también contrarias empujan de
adelante a atrás y de atrás hacia adelante: omóplatos empujando de atrás
adelante – tripa empujando de adelanta atrás. Mantengamos esas 4 fuerzas actuando.