Centros de energía: cintura pélvica y escapular


 Centros energéticos del cuerpo y del movimiento: cintura pélvica y escapular (Del libro "Cuerpo en armonía - Joaquín. Benito Vallejo)




            
Si encuadramos el cuerpo humano dentro de un prisma rectangular y trazamos en él todos los ejes posibles, el punto de convergencia entre todos ellos es el centro geométrico. Cuando el peso está equitativamente repartido, ese punto también  determinará el centro de gravedad.



En un cuerpo bien estructurado, ese espacio coincidirá con el emplazamiento de la pelvis, por tanto, ésta será, el centro de gravedad, situado en ese centro geométrico, entre los ejes, frontal, transversal   y   sagital:
(un eje  vertical  y dos horizontales, -uno de izquierda a derecha y otro de adelante a  atrás-), los cuales determinan su horizontalidad y su verticalidad.




            Una pelvis bien situada –horizontal y verticalmente- puede bascular con fluidez y plena libertad, de adelante atrás, de izquierda a derecha y rotar, tanto en la marcha como en cualquier otro movimiento, produciendo una ondulación –un trasvase de energía- hacia la columna, brazos y cabeza, así como hacia las piernas.

            Los músculos y huesos más fuertes están situados en el centro del cuerpo. En la pelvis se encuentran los huesos: iliacos a los lados; sacro y coxis por detrás y abajo; isquiones abajo en su base y atrás; pubis por delante y abajo. Unidos forman     una    concavidad    -cuenco    es  el   significado de la palabra pelvis-, abierta por delante y arriba en la que se encuentran, los órganos sexuales, reproductores, aparato digestivo, excretor, e intestinos y situados muy próximos, hígado, estómago, bazo y riñones.

            Tanto en el nivel óseo como muscular, la pelvis está conectada con las partes alta y baja del cuerpo, lo que explica anatómicamente, que sea el centro del movimiento. Los fémures, -huesos de los muslos-, se engarzan en ella. La parte baja de la columna vertebral  forma parte de la pelvis, -sacro y coxis-.

Los músculos más fuertes y grandes también tienen su origen aquí: los glúteos recubren la parte posterior;  los isquiotibiales articulan la pelvis con las piernas por detrás; los cuádriceps por delante; aductores y abductores por  los lados recubriendo las caras externa e interna de los muslos. Otros músculos la ligan con la columna y el tórax: dorsales por detrás, abdominales por delante. 
Los músculos considerados más esencialmente pélvicos -los psoas- van desde las vértebras lumbares, atravesando  la   pelvis   por   su   parte   interna   se bifurcan en dos haces que se acaban insertando en los fémures, huesos de las piernas.

            Toda esta configuración hace de la pelvis, no sólo el centro de gravedad del cuerpo -coincidente con el hara (“el alma”) de los orientales-, sino también el centro de la energía y del movimiento. Desde la pelvis, el movimiento puede fluir libremente hasta los extremos del cuerpo: manos, pies, cabeza y piernas, proyectándose también al exterior. La retroversión pélvica produce una fuerza centrípeta que flexiona el cuerpo atrayendo los extremos. La anteroversión, por el contrario, es una fuerza centrífuga que lo expande.

El movimiento pélvico alternativo y encadenado se manifiesta como una ondulación armónica que recorre todo el cuerpo manteniendo vivos, irrigados y equilibrados todos los segmentos y articulaciones. La transmisión del movimiento supone un ahorro de energía.


            Esto es lo que debiera ser en un cuerpo que se ha desarrollado de modo natural manifestando, lo que denominamos un “movimiento orgánico”.
            Pero no es lo que suele verse a menudo. En muchos casos, la pelvis aparece desplazada del centro de gravedad, inclinada hacia delante. Esto forma parte de un hábito cultural, utilizado como señuelo erótico-sexual con afanes mercantilistas.(*)
            Cuando esta actitud se hace crónica, la pelvis queda anclada, caída, con las lumbares hundidas, impidiendo su libre movilidad.  Prácticamente todos los males de la espalda se derivan de ello. es llamado el mal del siglo por el alto porcentaje de personas que lo sufren.

            Pero también están los males de la “delantera”: la tripa. El contenido de la pelvis cae hacia delante manifestándose como una tripa abultada.
 no es la imagen antiestética de la tripa caída lo que debe preocuparnos, sino la caída de los órganos contenidos en ella, que dejan de tener el tono adecuado, y no son irrigados ni estimulados convenientemente por el masaje pelvico natural desarrollando un funcionamiento anómalo. Músculos y ligamentos quedan inservibles también, incapaces de hacer su función, unos agarrotados, otros sueltos. Todo ello provoca un desajuste del tono y del equilibrio general del cuerpo.


Un segundo centro de energía es la cintura escapular  situada en torno a la cruz formada por columna – omóplatos, enlazando con los brazos. La cintura pelvica y la escapular quedan unidas mediante la columna, pues en su zona inferior, ésta –la columna - forma parte de la pelvis como ya hemos visto, y en su zona media alta, -las vértebras dorsales-, forma parte de la cintura escapular. También conecta con la cabeza a través de las vértebras cervicales.

            En la cintura escapular nos encontramos de nuevo con un “cuenco” -el tórax o caja torácica-, en forma de cono truncado con aberturas en su base y su sección superior, más abierto en su parte anterior y más resguardado en la posterior, como la pelvis. Formado por las costillas, unidas en la zona de atrás por las vértebras dorsales y en la zona delantera por el esternón, contiene órganos vitales como el corazón y los pulmones.

            La unión de esta caja con los brazos se produce a través de una triple articulación que liga los huesos de los brazos, -húmeros-,  con clavículas y omóplatosLas clavículas unen a los brazos con el esternón por delante y con los omóplatos por detrás.
            Numerosos músculos rodean y fortalecen la articulación. Citando sólo algunos de los músculos de la capa superficial, tenemos por delante los pectorales, por detrás los dorsales, en los hombros los deltoides, la unión con el cuello se verifica a través del trapecio. Y en una capa más profunda, uniendo las escápulas se hallan los romboides, esenciales en el movimiento de los omóplatos.

            Todas estas múltiples conexiones permiten la recepción del movimiento proveniente tanto de la columna-pelvis, como de la cabeza o de los brazos, siendo un puente entre estas zonas.
            Es una articulación que permite una amplísima movilidad, dando a los brazos las mayores posibilidades de movimiento en todo el espacio circundante, sobre todo en el plano anterior pero también en el posterior, con la ayuda de la rotación de la columna.

            Como ya apuntamos antes, la unión entre la cintura escapular y la pelviana se realiza a través de la columna vertebral y sus músculos profundos además de los músculos abdominales y dorsales.
            Al estar formada por 24 vértebras con sus correspondientes discos, cada vértebra puede tener  movilidad propia independientemente de las demás, aunque no podemos considerarlas de forma aislada, sino dentro de la cadena que todas ellas unidas forman. Su misión precisamente es encadenar el movimiento, desde un extremo al otro, además de  trasmitir el peso en la posición vertical.

Las vértebras más móviles son las que sirven de unión con otras zonas. La unión entre columna y cabeza: vértebras cervicales 1 y 2; la unión entre cuello y espalda: 7ª vértebra cervical y 1ª dorsal; la unión entre espalda y cintura: 12ª vértebra dorsal y 1ª lumbar y por último, la unión entre la 5ª lumbar y el sacro, formando ya parte de la pelvis.
Tanto las vértebras como los discos aumentan de grosor de arriba a abajo hasta las lumbares, lo que hace que, tanto el peso como la energía se asienten en la base más gruesa y la transmisión se realice de manera más fluida desde esa base, que además corresponde ya a  la pelvis.

La configuración anatómica y espacial de la columna, -obra maestra de la ingeniería arquitectónica y dinámica de la naturaleza-,  se basa en una ondulación formada por cuatro curvaturas suaves, que transcurren en torno a un eje vertical.
                                                                             
En la medida en que esas ondulaciones se deformen, haciéndose más pronunciadas, -lo que ocurre naturalmente según el sentido de sus curvaturas-, las concavidades lumbar y cervical se harán más cóncavas, mientras  las convexidades dorsal y sacra, más convexas, desviando la columna del eje de gravedad, aumentando su desequilibrio y su deficiencia para la transmisión del peso y del movimiento.

            El objetivo principal del, M.O. es despertar la sensibilidad y la movilidad de cada vértebra y sus discos, para transmitir bien el movimiento por toda la cadena intervertebral y discal, activando el movimiento en todas sus posibilidades.



(*) La publicidad y la televisión nos muestran continuamente posturas y movimientos perjudiciales para la salud corporal. Una de estas actitudes es la lordosis exagerada, raíz de todos los problemas de espalda. Pero esta actitud se propaga por que manifiesta un cierto erotismo resaltando el pecho y las nalgas. Las adolescentes, sobre todo, las reproducen miméticamente. En cursos con este grupo de edad, comprobamos que hay una parte de ellas que padecen ya, de dolores lumbares, a causa de esta postura que exhiben inconsciente o seductoramente. El problema, sin embargo, se irá agravando con la edad.




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