lunes, 3 de julio de 2017

Educación - Domesticación


Los sujetos vivientes son autogestionados.
El individuo es autogestionado
El cerebro es autogestionado
El organismo es autogestionado
La vida es autogestionada

         (-Solo el hombre es dirigido, manipulado, esclavizado-)



EDUCACIÓN - DOMESTICACIÓN
Joaquín Benito Vallejo

En ningún ser vivo existe ningún mando externo. No hay nada ni nadie que imponga las órdenes para vivir y organizarse. –Sólo la vida misma-.

La vida es la autorregulación por sí misma.

En la vida todo está interrelacionado, interdependiente. El ser vivo depende del ambiente; Unos seres dependen de otros, siendo relativamente autónomos, son relativamente dependientes. Cada individuo depende de la sociedad, la sociedad depende de los individuos, El ambiente depende de los seres vivos - Los seres vivos dependen del ambiente.

Todos se  autoorganizan en su interrelación.

Eso hace que la auto-gestión se convierta en co-gestión.

Todo ser viviente explora el medio en el que vive, para poder vivir. (Explorar significa en el ser  humano, investigar  y es la base de la creatividad) La exploración amplifica dos campos, uno externo y otro interno: le lleva a desarrollar sus propias capacidades –corporales, cognitivas, emocionales…-  y también a conocer el entorno, y por ello a adaptarse a sus características y exigencias. No puede crear en contra de las leyes naturales pero si puede desarrollar recursos, conocimientos y nuevas alternativas o adaptaciones en base a ellas.

Explorar es sobre todo actuar. Actuar con su propio cuerpo –con su propio ser- actuar sobre el entorno; actuar en relación con otras personas.


Explorando –actuando- se erige como sujeto, se forma su SER.

Se conforma su unicidad, su idiosincrasia, su distinción, su personalidad, su auto-realización.
Esa capacidad primigenia de explorar, primaria y esencial para el ser, se ha ido gravando –heredando- y desarrollando en el proceso viviente, desde la 1ª célula hasta el hombre.

Es mediante esa facultad primaria de exploración, el modo como el ser vivo  puede acceder al conocimiento del medio entorno y organizarse en él para poder vivir.

Esa capacidad innata y necesaria de exploración, es la base de la investigación y de la creatividad.

Nadie puede decir o enseñar  a nadie cómo es el entorno y las personas, así como lo que ha de hacer para vivir –y convivir-.

Solo se conoce algo verdadera y auténticamente, mediante la acción y la experimentación propia, viviéndolo, experimentándolo, explorándolo. Los únicos “seres” que actúan sin sentir, sin explorar, sin experimentar son los autómatas, los robots, las máquinas artificiales…., pero no son “seres” vivientes. Sin embargo, hay humanos  – ¿una gran mayoría? - que se comportan como máquinas, como robots, ejecutando un programa –software-, de vida, instalado en ellos desde la infancia, desde la familia, desde la escuela. 

Se les instala mediante lo que se llama “educación”, -convirtiéndose esta en domesticación-, convirtiéndose todas las instancias y todos los medios –familia, escuela, cultura, sociedad, religión, información…,- en los medios “educadores”. domesticadores-, asesinos de la realización personal, de la creatividad y de los sueños –los deseos-.

Se le prohíbe e impide  la satisfacción y  el desarrollo y de las propias pulsiones  naturales innatas, las capacidades de hacer, experimentar, sentir, crear –eso no se hace, eso no se toca, eso no se dice, eso no se piensa…-; amenazando con el castigo y el abandono, generando el miedo, la culpa, la frustración.

De esta forma se impide al ser humano desarrollar la exploración de su entorno, se le impide la propia experimentación, se le impide su auto-organización. Se le impide SER él. Todo –casi todo- le será programado, lo que ha de “saber” –no por la propia experimentación- sino metido en su cabeza, en su mente, imponiéndole un saber, una organización externa. La educación así se convierte en domesticación [ver Paulo Freire].

En el programa –sotfware- van inoculados sentires, sentimientos, emociones, religiones, creencias, ideologías, hábitos, comportamientos…, todo lo que el programador -poder-estado-iglesia-, considera idóneo, lo que ha ido descubriendo con el paso de los años, que es mejor para fabricar un mejor esclavo. Ser un robot-esclavo perfecto a las órdenes del poder de turno.

Este programa se inculca  con la represión  de las capacidades naturales, ello es la base de lo que se irá acumulando progresivamente en la mente de los domesticados. Con la represión se cimenta  la inseguridad, el miedo, la obediencia. Porque al anularle el desarrollo de sus capacidades naturales, se le anula su propia experiencia , decisión y autonomía, y ha de guiarse por lo que dicen otros, por los que le mandan, los padres, los gobernantes, las costumbres, las normas….

La educación hoy –y quizá siempre desde que tenemos conocimiento de la historia- es una domesticación. Una castración. El conjunto de las capacidades humanas se coartan y restringen encauzando toda la energía en un adiestramiento de cara al trabajo y hacia las normas sociales capitalistas, así como para no protestar, para asumir el orden establecido como algo natural. En definitiva se prepara para  trabajar y para obedecer.


 A los ricos se les prepara para dirigir las empresas y seguir siendo ricos explotando a los pobres;  a los pobres como mal asalariados, asumiendo que el trabajo es la única condición necesaria para vivir, y que solo se sale de esa condición trabajando más, una gran mentira ya que nadie se hace rico trabajando, sino robando y explotando. A los pobres solo les queda imitar a los ricos con la pretensión de llegar a ser igual que ellos. Hacer una crítica total del capitalismo aquí y mostrar todas sus armas de manipulación es imposible, ni tengo los medios ni el texto tiene ese objetivo. Armand Mattelart  ha escrito mucho sobre ese tema.
Nuestra sociedad capitalista también se caracteriza por ser machista y también mama mucho de la moral católica. Luego la educación es clasista, sexista y moral "catolicista". En lo que respecta al machismo se resume en que los hombres valen más y las mujeres están al servicio de los hombres. Y esto nos lo han metido en la cabeza desde antes de nacer, porque nuestros tatarabuelos ya lo fueron enseñando, de modo que nuestros comportamientos son machistas de miles de maneras  sin nosotros enterarnos.


La inculcación de la ideología capitalista se asienta en la represión corporal de los instintos y necesidades vitales de realización personal, aunque parezca que propicia todas las libertades incluida la sexual que no deja de ser otra manipulación más donde la mujer es convertida y valorada por ello, en objeto sexual de compraventa.

Es una castración primigenia puesto que se sacrifican las capacidades potenciales innatas del ser humano, con un significado similar a la que se hace con los animales para domesticar su naturalidad salvaje y conducir su energía hacia el trabajo, a la vez que una programación mental, un software que es inculcado en la mente con las órdenes precisas que se han de seguir. Ese software supone la inculcación de una ideología. La ideología del poder, la ideología del esclavo, la ideología de la competitividad, la ideología de la obediencia, la ideología de la autoridad.


La educación -o domesticación- marca  y condiciona la vida, perfila los comportamientos, los caracteres, las actitudes. Todo lo que el hombre adulto es viene determinado por la educación.

La sociedad inculca y reproduce sus valore en todos los individuos desde la cuna y los refuerza en todas las etapas de la vida. Así pues, la sociedad capitalista reproduce y siembra los valores y las normas capitalistas. De modo que lo inculcado –lo social- parece ser nacido –genético o biológico.

La educación es el modo más básico y fundamental de reproducción de los valores –ideología-, competitividad, mercancía, espectáculo… El capitalismo es la sociedad del espectáculo, toda su propaganda la convierte en fiesta y en espectáculo apetecible. Mediante la educación quedamos así marcados, como los animales domésticos, domesticados. Queda delimitado así lo que somos y lo que no somos. Lo que podemos ser. Nuestras capacidades, nuestros sueños, nuestros deseos son secuestrados.
El cuerpo que es todo lo que somos y tenemos, con el que sentimos, experimentamos, compartimos… se reduce a la mínima expresión, permitiendo solo sentir y experimentar lo más básico, utilitario y establecido. El cuerpo se anula como fuente de todo conocimiento, experimentación y placer. El cuerpo se convierte casi exclusivamente en una herramienta de trabajo.
¿Al servicio del poder de turno? Ese “poder” mismamente está al servicio de otro poder por encima de él. Por eso da igual quién gobierne. Todos están por debajo de otro poder, al que sirven y del que se benefician: el sistema capitalista y patriarcal.
Recordemos y tengamos en cuenta que el 1% de la población mundial detenta el 90 % de la riqueza. Es ese 1 % quien está a la cabeza del poder total y controla los medios para poseerlo.
Y una parte esencial –la más importante- para controlar el poder es la educación. ¿Qué mejor herramienta que convertir a los seres humanos en robots? No se trata solo de que los hombres no tengan conocimientos, de que no tengan acceso a la información, sino de algo más importante y esencial, de que los hombres estén robotizados desde su nacimiento, con lo cual pierden toda capacidad para pensar e incluso para interesarse por lo que pasa a su alrededor. Se les anula la capacidad de asombrarse por lo que pasa a su alrededor, y se les anulan los deseos y los sueños, siendo castrada desde la cuna esa capacidad de asombro y de deseos. Ni siquiera saben lo que es, ni siquiera saben que existe, ni se lo pueden imaginar.


 
Un hombre no realizado como ser, se convierte en frustrado, agresivo, violento, individualista, sumiso, dependiente,  incapaz de gestionar su propia vida, echándole la culpa a los que tiene alrededor por un lado, ensalzando a quienes representan la autoridad, en el otro extremo. 

















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