Siempre se ha utilizado
al cuerpo para domar al espíritu. Siempre
que se quiere hacer esclavos se amordaza y castra al cuerpo, se impide el
desarrollo del movimiento y de las pulsiones naturales.
En todas las sociedades, culturas, ideologías y religiones
ha sido así.
En la escuela, en la milicia, en el convento, en la secta, en la fábrica, todos los estamentos han hecho lo mismo: impidiendo el movimiento espontáneo, libre y natural, creativo, convirtiendo al cuerpo en una máquina insensible realizando movimientos rutinarios y estereotipados.
La gimnasia u otra técnica corporal, llámese como se llame es el principal medio.
Incluso en técnicas corporales y danzas que presumen de no hacer ejercicios meramente físicos, lo que es la moda actual y que vende, denominados cuerpo-mente-espíritu.
Tengamos en cuenta de una vez por todas que es imposible separar el cuerpo de la mente. Siempre se está trabajando con el cuerpo y la mente a la vez, es imposible su separación.
Aunque se pretenda y se diga que se está realizando un ejercicio físico, no es cierto que solo sea físico. Pero lo que sí es verdad, es que, del modo en que se trabaje lo físico así redunda en lo psíquico.
Si queremos despertar la sensibilidad se trabajará desarrollando la sensibilidad mediante el movimiento.
Si por el contrario queremos anular la sensibilidad, haremos un trabajo insensible, mecanicista, rutinario, tecnócrata.
Pueden verse en esto dos tendencias al menos, o varias:
(1) un sistema duro, incluso represivo, propio de la gimnasia militar y religiosa pero visible también en la escuela;
(2) otro, de embobamiento y obnubilación, por medio de mantras y gestos rutinarios y repetitivos, propio de las sectas y de la que también participan en cierta forma las técnicas orientalistas;
(3) una más, que puede ser encuadrada en lo que denominaremos técnicas “científicas”, asépticas, neutras, rígidas, uniformadas, -Pilates y demás fisioterapias-;
(4) Hay otros que son meros juegos superficiales; otras que te tratan como deficiente mental al que hay que repetir las cosas, y estar continuamente pidiendo el estado afirmativo de haberlo entendido, -y ni al deficiente mental, se le tiene que tratar así- etc. Etc.
Puede haber tantos modos como profesores: su vestimenta, su actitud, su voz, su trato… rectos, académicos, narcisos, pasotas…
En la escuela, en la milicia, en el convento, en la secta, en la fábrica, todos los estamentos han hecho lo mismo: impidiendo el movimiento espontáneo, libre y natural, creativo, convirtiendo al cuerpo en una máquina insensible realizando movimientos rutinarios y estereotipados.
La gimnasia u otra técnica corporal, llámese como se llame es el principal medio.
Incluso en técnicas corporales y danzas que presumen de no hacer ejercicios meramente físicos, lo que es la moda actual y que vende, denominados cuerpo-mente-espíritu.
Tengamos en cuenta de una vez por todas que es imposible separar el cuerpo de la mente. Siempre se está trabajando con el cuerpo y la mente a la vez, es imposible su separación.
Aunque se pretenda y se diga que se está realizando un ejercicio físico, no es cierto que solo sea físico. Pero lo que sí es verdad, es que, del modo en que se trabaje lo físico así redunda en lo psíquico.
Si queremos despertar la sensibilidad se trabajará desarrollando la sensibilidad mediante el movimiento.
Si por el contrario queremos anular la sensibilidad, haremos un trabajo insensible, mecanicista, rutinario, tecnócrata.
Pueden verse en esto dos tendencias al menos, o varias:
(1) un sistema duro, incluso represivo, propio de la gimnasia militar y religiosa pero visible también en la escuela;
(2) otro, de embobamiento y obnubilación, por medio de mantras y gestos rutinarios y repetitivos, propio de las sectas y de la que también participan en cierta forma las técnicas orientalistas;
(3) una más, que puede ser encuadrada en lo que denominaremos técnicas “científicas”, asépticas, neutras, rígidas, uniformadas, -Pilates y demás fisioterapias-;
(4) Hay otros que son meros juegos superficiales; otras que te tratan como deficiente mental al que hay que repetir las cosas, y estar continuamente pidiendo el estado afirmativo de haberlo entendido, -y ni al deficiente mental, se le tiene que tratar así- etc. Etc.
Puede haber tantos modos como profesores: su vestimenta, su actitud, su voz, su trato… rectos, académicos, narcisos, pasotas…
Primero, ¿se quiere desarrollar la
sensibilidad?
Lo más probable es que no. Ese objetivo no figura en su programa ni se lo han enseñado, ni lo tienen en cuenta, ni se lo imaginan.
Porque quien imparte una técnica, imparte eso: una TÉC-NI-CA.
La técnica -y el técnico que lo imparte- no tiene en cuenta la sensibilidad, no sabe ni que existe.
Es como aprender el manejo de una máquina. Ojo, la máquina en este caso es el cuerpo humano, el ser humano.
Es también como la implantación de un software dentro del cerebro humano. No admite variaciones, es un programa estricto y limitado. Hay que manejar la máquina de una manera estricta e invariable. Pilates tiene unas reglas muy fijas. Hay que respirar de tal manera, no de otra. Hay que repetir los ejercicios tal nº de veces ni más ni menos. La pelvis tiene que estar neutra, no admite otras posibilidades. Etc. ETC.
Lo más probable es que no. Ese objetivo no figura en su programa ni se lo han enseñado, ni lo tienen en cuenta, ni se lo imaginan.
Porque quien imparte una técnica, imparte eso: una TÉC-NI-CA.
La técnica -y el técnico que lo imparte- no tiene en cuenta la sensibilidad, no sabe ni que existe.
Es como aprender el manejo de una máquina. Ojo, la máquina en este caso es el cuerpo humano, el ser humano.
Es también como la implantación de un software dentro del cerebro humano. No admite variaciones, es un programa estricto y limitado. Hay que manejar la máquina de una manera estricta e invariable. Pilates tiene unas reglas muy fijas. Hay que respirar de tal manera, no de otra. Hay que repetir los ejercicios tal nº de veces ni más ni menos. La pelvis tiene que estar neutra, no admite otras posibilidades. Etc. ETC.
Segundo, el monitor enseña como a él le han enseñado. Generalmente no
aporta nada nuevo, aunque hay muchos que se salen de la norma. Enseñan una
técnica. Actitud distante, voz metálica, maneras estereotipadas…
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