LA ACTITUD DEL PROFESOR.
FORMA DE DAR LAS CLASES
Joaquín Benito Vallejo
Joaquín Benito Vallejo
Me ha preocupado siempre la forma de dar las clases. En ello radica la conexión consigo mismo y por lo tanto la capacidad
de sentir y vivenciar el movimiento.
Siento una dicotomía entre mi ideal de impartir las clases y la realidad
de cómo se dan. A veces coinciden, a veces no. Quiero hacer sentir el
movimiento. Impregnarse del movimiento. Conectar con el movimiento. El acto de sentir es la raíz del
pensamiento y del sentimiento mismo a nivel profundo, de la concentración en lo
que se está haciendo, de la vivencia profunda en el estado presente. En
caso contrario, las clases se hacen mecanicistas, mentales, lo que significa
que, no se vivencia suficientemente lo que se está haciendo, y por lo tanto el
movimiento, o el trabajo se hace superficial, mecánico. Hay personas que tienen
la capacidad de conectar pronto con el movimiento, pero hay otras con más
dificultades, que están más bien en el pensamiento, y otras personas están en
otros asuntos distintos, en lugar de estar en el movimiento que se está
realizando. Están más pendientes del resultado final que del principio y del proceso,
cuando la meta siempre depende del inicio, no a la inversa. esto. Están en la superficie, en la apariencia,
no en el ser. El resultado es buscar el halago, el éxito, el dinero,
mientras que el principio y el proceso es el crecimiento propio como persona,
el SER. La forma de dar las clases es clave. De todas formas, lo más probable
es que esas personas que tienen dificultades seguirán teniéndolas, aunque
menos.
Sentir es el
1º objetivo del movimiento, -el inicio del proceso- porque ello es la base de
todo el conocimiento autentico. No podemos saltarnos esta premisa, con la excusa de
que ya está sabido o es una pérdida de tiempo. La sociedad actual pasa de ella,
va al objetivo último, -es como llegar a una meta sin haber recorrido un camino
para ello-, busca atajos o hace trampas para llegar sin experimentar, sin vivir,
porque lo que se premia es el resultado, no el camino seguido. Va a lo que
considera útil y no accesorio. Es como comer o beber sin saborear, solo por
llenar el buche, sin disfrutar de lo que se come o de con quién se come. En la
comida y la bebida, sin embargo, al menos en algunos sectores, se piensa más en
el disfrute que en llenarse realmente. Pero casi nadie aplica esto al
movimiento. No se considera que el movimiento se puede y debe disfrutar aparte
de que sea bueno para la salud. Además, lo aparentemente inútil, como el
saborear, es más útil y saludable que llenar el estómago sin más, por muchas
razones. Por el placer, que es el objetivo primordial de la vida, lo que
realmente nos hace crecer y ser felices, y porque es más saludable para el
cerebro en cuanto que establece nuevas conexiones neuronales. Para ello debe
haber un guía -el profesor- que muestra cómo debe ser la “cata”.
En “El arte del tiro al arco”, el
objetivo no es dar con la flecha en la diana, ello es una excusa para la
transformación de sí mismo, este es el verdadero objetivo.
El primer objetivo tanto del profesor como
del alumno debe ser su SER, su crecimiento personal, la trasformación de su ser. No solucionar un pequeño problema, no llegar
a una meta, sino estar en el proceso, en la vivencia, en la experiencia, en el
momento presente, en la vida, viviendo.
Lo que expongo a continuación es mi ideal, -que no siempre se hace
realidad-.
1-
Sentir – Percibir –como
premisa de la conexión y de la vivencia- ¿o a la
inversa, conexión como premisa para sentir? O ambas premisas entrelazadas, como
el huevo y la gallina, con el hecho del sentir uno se conecta, y conectamos
para sentir.
·
1º
crear un ambiente propicio para la concentración – para estar en sí mismo:
ambiente físico, acogedor, con luz tenue, y sonido – música suave y armónica;
· 2º
creación de un ambiente sensorial, de percepción y experimentación personal,
llegando a la consciencia.
· 3º
El profesor: voz sugerente, cálida,
poética, metafórica, incentivadora, amable, estimuladora, de ayuda, de respeto,
de comprensión. Por
otro lado, el papel ha de ser –unas veces- sugerente, de cómo
pueden moverse, más que imponer una forma de moverse determinada, -otras veces-
que lo que se haga no sea nocivo. Dando pautas para explorar la forma de moverse.
Dentro de esas pautas entran las leyes del Movimiento Orgánico, pero no de una
manera impuesta sino como exploración. Sugerir si se puede hacer el movimiento
con un tono mínimo; sugerir hacerlo modificando el tono; sugerir que después de
una tensión haya un aflojamiento; etc., etc. Otro aspecto a desarrollar es que el
movimiento sea expresivo. No solo percibir el cuerpo a niveles físicos, sino sentirlo globalmente , como transmisor de estados emocionales. Que siempre haya una impregnación del movimiento de
modo global y que esa forma de moverse suscite sentimientos. Y otro más, es dar la posibilidad de “crear”
a partir de las pautas con las que se hace cada ejercicio propuesto. Sin perder
la esencia, ir buscando y desarrollando variantes donde se aúna esto con el
punto anterior. (Esto no suele hacerse en las técnicas corporales al uso. No se invita al alumno a desarrollar la creatividad. En general los alumnos no saben qué hacer porque están acostumbrados a realizar las tablas o los ejercicios hechos por el profesor.
En
síntesis:
Se habla de las
técnicas o los métodos, de sus objetivos, pero no de la forma de llegar a
ellos, independientemente de la línea metodológica a seguir. Sino de cómo ha de
comunicar el profesor no solo para llegar al objetivo propuesto sino el proceso
que ha de seguir para ello.
Cuando se habla de
pedagogía también ha de hablarse de la forma de hablar y de la actitud del
profesor. Se ha de crear un mundo nuevo, en que el participante quede
subyugado. No en el sentido de quedar hipnotizado, sino de ofrecerle unos modos
y pautas que le sumerjan en la conexión con lo que hace en el movimiento, base
de la experiencia y la vivencia corporal.
Ha de ser como una
película o una novela que desde que empieza, uno queda atrapado por lo que
cuenta y como lo cuenta, por las imágenes y las metáforas que utiliza… Una clase,
cada clase, ha de ser una película, una novela, un poema… donde se crea un
mundo de sensaciones, emociones, sentimientos, experiencias, imágenes,
metáforas,
¡Fuera de nosotros el ambiente frío, distante, aséptico, académico,
técnico, metálico!
Lo primero es crear un
ambiente de concentración para sentir el movimiento. Este ambiente de atención, concentración y
sensación ha de ser creado por el profesor. Se trata fundamentalmente de su
actitud y de su discurso. Qué es lo que dice, y sobre todo, cómo lo dice. Es el
narrador de una historia en la que ha de implicar a los participantes para que
sean los protagonistas. Para que experimenten profundamente por sí mismos las
sensaciones que el movimiento provoca.
No solo únicamente se ha de crear un ambiente de
concentración y de atención, hay que destacar la atención en las sensaciones y
en las percepciones para llegar a la consciencia. Pero antes de ello, está el
que cada uno se empape de las sensaciones, se embriague de ellas, disfrute.
Saborear el movimiento para después analizar sus
componentes.
Repito, lo primero es sentir, saborear, impregnarse
de las sensaciones. Meterse en otro mundo, el mundo del movimiento en todo su
esplendor.
Los objetivos generales del
MO deben estar presentes permanentemente, aunque a veces ni siquiera hablemos
de ellos. El ajuste del tono; el juego y contraste entre la tensión y la
distensión; los centros energéticos del movimiento: pelvis – columna –
omóplatos; y los recorridos naturales del
movimiento; la independización segmentaria y articular; la coordinación;
el ritmo, la espacialidad; la secuenciación… Aunque siempre estén permanentes,
debemos dedicar sesiones individuales especiales para desarrollar un poco más
cada tema: sobre tensión – distensión, pasajes de energía desde pelvis y desde
omóplatos, secuencias, etc.
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