miércoles, 8 de mayo de 2019

CONEXIÓN-SENTIR


CONEXIÓN CONSIGO MISMO = SENTIR



¿Qué es anterior, sentir o estar en conexión? 
Podemos estar en conexión -con lo que sea, con nosotros, con los demás, con el entorno- con la condición de sentir, si nuestros sentidos están en el acto de sentir aquello que nos hayamos propuesto, si nuestros sentidos están abiertos a la percepción. 
Entonces, es necesario poner los sentidos en lo que deseamos sentir, lo cual requiere un acto de atención y de concentración en aquello que queremos sentir. Y esto, poner los sentidos atentos a algo, estar sintiendo ese algo, es estar en conexión con ello. 
Luego, hasta aquí, sentir es la premisa para estar en conexión, y la conexión amplifica el acto de sentir. 
Quizá haya que añadir la palabra consciencia. 
Estar en conexión significa estar en el momento presente sintiendo conscientemente, con la atención centrada en ese acto. Sin estar en otros pensamientos, fantasías o imaginaciones. Sin dispersarse con otros elementos. Y si esto ocurre, ser conscientes de que nos hemos ido de donde estamos y podemos volver a ello sin más. 
Sentir y estar en conexión son indisociables, se necesitan mutuamente, aunque lo prioritario es sentir. 
Para entrar en conexión con lo que queremos hacer, comenzamos poniendo la atención en sentir lo que hacemos. Para sentir lo que hacemos, hemos de estar en contacto con ello. Estar en conexión implica poner la atención y los sentidos en lo que estamos haciendo sin dispersión. 
Entonces, estar en conexión conlleva además centrar la energía que utilizamos, no malgastarla en otras tareas, que es lo que ocurre, al estar en otros pensamientos, o dispersarse. 
Y centrar la energía es fijar el tono, focalizarlo, utilizándolo de forma correcta, adecuada, tener el tono justo que requiere la acción. 
Es decir, estar equilibrado. 
Según lo que entendamos por relajación es también esto o no. 
Si entendemos que relajación significa estar tranquilos con lo que se está haciendo, si, es así. 
Si creemos que estar relajados es no hacer nada, entonces no. 
“Científicamente” podríamos decir, por ejemplo, que, si relajo un músculo, ello consiste en eliminar su tensión. 
Pero, mientras estemos vivos, el músculo aún estando relajado tiene una cierta tensión. Mientras estemos vivos, todo nuestro ser mantiene un cierto grado de tensión o de energía. Por tanto, hablamos de relajación cuando rebajamos la tensión habitual que se tiene.
Estar en conexión es estar sintiendo el momento presente de nuestro estar en lo que estemos, conscientemente, lo que conlleva centrar la atención y la energía, no malgastarla estando en otros pensamientos que nos dispersan, estar equilibrados, tranquilos relajados en lo que estamos. 
Las situaciones de estrés o de ansiedad, son contrarias a estar centrado y en conexión. Significa estar malgastando la energía, la atención, estar inquietos, con otros pensamientos, temores o fantasías lejos de la realidad.

  • El conocimiento del movimiento -y cada clase- se inicia –y se desarrolla- bajo la práctica de sentir. Sentir es el primer eslabón. El acto de sentir, es experimentar, probar, con el propio cuerpo. Y esto nos lleva a aprender, conocer, saber. El acto de sentir nos produce placer o displacer lo que va ligándose paulatinamente con la emoción y los sentimientos. Un conocimiento sentido, disfrutado, experimentado.

  • El acto de sentir focaliza nuestra atención, nos concentra. Nos hace estar en el momento presente, en nuestro propio cuerpo, en lo que estamos haciendo. Sentir no es pensar, ni fantasear, ni imaginar. (Aunque las sensaciones pueden conducir a la imaginación, y en este caso lo damos por válido) En general, el pensamiento, la imaginación y la fantasía nos llevan fuera de nosotros, al exterior, a otras tareas, al pasado o al futuro, nunca al presente. Aunque, también es verdad, que en determinados momentos hay que dejarse ir al pasado o al futuro, dejar que la imaginación se meta en el cuerpo a través del movimiento.

  • Sentir es estar en el propio cuerpo en el momento presente. Ese acto nos centra, diluye nuestras tensiones, nos relaja, nos equilibra. Nos hace más sensibles y disponibles, más abiertos para nosotros y para los otros. Y para emprender y realizar cualquier tarea.  El estrés por el contrario significa estar fuera de nosotros, en otras  “pre-ocupaciones”, sueños o temores. Nos inquieta y dispersa. 

  • Sentir es abrir las puertas de la percepción y la consciencia. De mantenerse alerta, concentrado, observando. Sentir en definitiva es conectar consigo mismo, -contacto corporal consciente consigo mismo-, y por añadidura, contacto corporal consciente con el espacio y con los demás.

La creación de un ambiente sensorial y de experimentación propicio viene dado fundamentalmente por la actitud –el papel sugerente y motivador- del profesor-. (Pero el profesor solo es un guía, el protagonista auténtico es el alumno, quien lleva a cabo el acto de sentir. 
El profesor ha de encontrar los medios para favorecer la experiencia del alumno. Si un caso concreto no sirve, ha de buscar otros. Cada alumno es distinto. Generalicemos que el alumno no está preparado para iniciar la experiencia de sentir porque él busca una meta, y no un camino, ¿Qué hacemos entonces? Habrá que cogerle de la mano, acompañarlo en el camino, e ir mostrándoselo. Habrá que enseñarle a sentir poco a poco. Pero quizá el problema esté en la falta de concentración, de contacto, de conexión consigo mismo, con lo que está haciendo, por lo tanto el 1º objetivo para esto es desarrollar la capacidad de conexión. Y esto es lo difícil, porque estamos inmersos en la dispersión.

  • Este papel es esencial para conseguir el objetivo de sentir y establecer el contacto consigo mismo, además de disfrutar del movimiento –solo se aprende realmente aquello que se disfruta, que emociona y conmociona, que conecta consigo mismo-, y a partir de ese disfrute se pueden ir conociendo e integrando las leyes por las que ha de regirse el movimiento.
  • No concebimos el movimiento de un modo mecanicista –como el manejo de una máquina- ni como una técnica rígida inflexible, sino de un modo sensorial, emocional, flexible, en el que cada persona puede adentrarse a su modo según su personalidad y sus características, con la guía o acompañamiento del profesor.

  • El profesor debe transmitir con su actitud, la pasión por lo que hace.
  • Solo se ha de guiar pedagógicamente el proceso

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